No se hablaba, se gritaba.
No se razonaba, se daba un portazo.
No se pedía perdón, se hablaba del tiempo.
Aquellos años,
corría, huìa, se refugiaba
en las montañas, entre los árboles, en la terraza.
Ahí donde nace la espiral.
Lo sabe.
Le quema,
le duele.
Francesca Woodman |
sin karma en su cuenta bancaria,
con altos impuestos
y un capital cósmico en números rojos.
Y hasta en sueños sigue huyendo con plomo entre las uñas de los dedos |
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