Flotadores para no hundirse

Me sorprende que algunas personas
cuestionen aún la permanencia de las bibliotecas.
De acuerdo, con internet hasta en la bolsa de playa,
tenemos toda la información, el ocio y el vicio
que uno quiera,
pero señores,
las bibliotecas siguen siendo
ese pequeño puerto donde anclar.

Anclar
cuando a uno le apetece dejarse sorprender
por el aliento de los libros viejos,
anclar
después de haber navegado
kilómetros sobre asfalto.
Anclar.
(Las cazadoras también se usan en nuestro verano)

En ocasiones
hay libros que saltan al agua
y me salvan.
Como tus brazos.

Pequeñas mentiras sin importancia

Hoy tocaba.
Porque no siempre un viernes se sale.
Porque lo pedía el cuerpo a gritos.



Tópica y lacrimógena, puede ser,
pero CATÁRTICA, sin duda alguna.
Y eso también gusta al espectador,
excepto a algunos gafapastas
a quienes seguro les jode
acabar con sus lentes empañadas.
Pero señores,
una buena panzada de realidad
nunca viene mal.

Un tarzán retirado

Como cada año,
Valladolid, esa ciudad tachada de gris,
(yo siempre la veo granate)
me sorprende con una
GRAN EXPOSICIÓN DE FOTOGRAFÍA.

Esta vez se trata de una Retrospectiva,
la de Miroslav Tichý.
¿Les suena de algo?
A mí de nada.
Pero ha sido leer la noticia
y quedar prendada.
(Os dejo los enlaces,
hoy no hay tiempo para mucho más)

"Llevaba una bolsa de peces de colores

y una camiseta negra con un verso de Verlaine.

(De Mallarmé, que me diga,

o, bueno, medio verso: La chair est triste, hélas!)

Yo dije el otro medio con excelente pronunciación

de St. Germain

des Prés: Et j'ai lu tous les livres...

Como dos espías que casan sus mitades

de una carta de baraja, a los pocos minutos

estábamos en su cama, o en la mía.

Los peces por ahí, sobre su breve

ropa interior. Lo hicimos

(el amor, el tiempo) con profusión, copiosamente,

derrochadores, francos,

sin palabras, que no fueran ininteligibles

para ambos, que hablábamos

como esculpiendo bloques de silencio

primordial.

Cuando el hambre nos atenazaba, extenuados

y felices, un ángel rojo en disfraz de motorista


nos traía kebabs, o pizzas, o menús

orientales. Los peces los pusimos en un tarro de cristal

sobre la lavadora. Qué hacer

cuando una pelirroja se propone matarte

a polvos, bella como un planeta incógnito,

eficaz, definitiva.

Fueron días de luz líquida, concreta,

que se nos escurría de las manos. Charcos

de cielo en que chapotear

como niños. "Bajo a por croissants",

dijo entonces con la voz más deliciosa de la Tierra,

aquí en la Vía Láctea. Ssitema

Solar. Y no volvió.

Cuido sus peces

como si de su vida dependiera de algún modo la mía,

es decir, su regreso

cada vez más improbable. Les leo a Proust".
 
Eduardo Fraile
 
 
 
Algunas veces,
hacer las cosas mal
te hace más interesante.

La niña que solo quería jugar al tobogán

Ha vuelto a suicidarse
colgándose de tus labios.
Para reencarnarse en otra.

Hallando el placer de la muerte
en sus besos,
descender hasta el averno
en busca del cielo.

Y volar.

Asciende los peldaños
sin mirar hacía abajo,
mientras, el viento juega con su falda.
Un niño la observa desde lejos,
otro, la espera impaciente
al final del tobogán.
Entonces se precipita sin manos
y con las piernas muy abiertas.

Los árboles aplauden silenciosos,
quedando las jaulas vacías
porque los pájaros están donde deben estar.