pastor de barro y romero,
porque tampoco olía a sebo.
Miguel, persiguiendo sueños
soñar con marcharse
dejando el caldero.
Y así fue, se marchó,
un mayo florido
de granizo y truenos.
Se marchó
pero no a un Madrid más pequeño.
El rayo que no cesa
entró por su cabeza.
Por la nuestra.
Ubres huérfanas.
Hijas sin padre.
Esposa desmayada.
Hermanas enloquecidas
Hermano desintegrado.
Padres enterrados en vida.
Sobrinos marcados.
Ese rayo que no cesa
ni en mí ni en ellos.
A mi tío Miguel L.G.
Raquel L.I
Poesía visual sobre Miguel Hernández en el CDS de Peñaranda de Bracamonte, Salamanca |
llegué a sentirme culpable
por admirar la belleza de las tormentas.
^[Después de conocer sorprendente e inesperadamente a
Raúl Vacas y Mili Vizcaíno recitando a Miguel Hernández,
después de sangrar un recuerdo con su música y sus palabras.]